jueves, 22 de diciembre de 2011

Ave Soul, de Jorge Pimentel

Estoy buscando el poemario Ave Soul de Jorge Pimentel, de eso va este post. Así que si alguien tiene un ejemplar en casa y quiere desprenderse de él, cosa harto improbable, ruego se ponga en contacto conmigo para intentar llegar a un acuerdo.

Ave Soul es un libro casi imposible de encontrar, lo he buscando por todas partes: todas las librerías que conozco de primera y segunda mano en Barcelona y en la red. Es algo así como el libro del que muchos hablan pero muy pocos han leído. Bueno, eso era antes. Ahora nadie habla de Ave Soul, ni de Jorge Pimentel, un poco como con Roberto Arlt. Hace poco me enteré que Jorge Pimentel estaba vivo. Fue periodista. No sé de qué come ahora. Supongo que de algo que no tiene nada que ver con la poesía, como todos los poetas. Quizá esté jubilado. El caso es que fundó Hora Zero en 1970, un movimiento poético peruano que se oponía a la poesía llamada culta en aquel entonces. Partían con la ventaja que el poeta oficial de Perú, por decirlo de alguno manera, César Vallejo era mucho más moderno y menos ubicuo que los poetas oficiales de otros países. Los muchachos de Hora Zero le declararon la guerra al adjetivo y a todos los pantanos de la cursilería. Un lirismo diferente, sin atriles. Se enfrentaron con todos: con la poesía oficial, con la extrema izquierda, con los apristas. Y todos les derrotaron, por supuesto. Los horazerianos solamente militaban en la poesía.

Un momento histórico en que en Latinoamérica surgieron varios movimientos de poesía marginal que soñaban con ser los nuevos bardos de un amor reinventado. En México surgieron los infrarrealistas de Mario Santiago y Roberto Bolaño, en 1975, fuertemente inspirados en Hora Zero. Una auténtica guerrilla contra la poesía oficial encarnada por Octavio Paz y contra la poesía campesina y demas expresiones líricas de un estalinisimo aburridísimo. Una guerrilla condenada a la derrota incondicional por exterminio. A los infrarrealistas no los soportaba nadie en México, todos estaban deseando que hicieran las maletas para no volver. En Chile, más tarde, Los Náufragos. A Los Náufragos no los conoce nadie. Apenas un portal en la red dedicado a ellos, administrado por un ingeniero civil y poeta, una suerte de exégeta solitario. Ni siquiera puedo recordar ninguno de sus nombres, sí algunos versos especialmente poderosos. Con ayuda del portal de internet logré elaborar, hace unos años, una antología pirata bastante exhaustiva, que no dudé en imprimir en la oficina donde trabajaba en aquel entonces. Me quedé hasta última hora, fingiendo que trabajaba y cuando pensé que no había nadie envié el documento. Frente a la impresora, esperando que el documento llegara y se imprimiera finalmente, pasé momentos de angustia. Nada hubiera sido peor que ser descubierto por un compañero o por un superior imprimiendo poesía. Cualquier cosa: billetes de avión, fotografías dudosas, extractos bancarios, contratos de cualquier tipo, tratados sobre el futuro de la masturbación, qué sé yo, sería visto como una leve corrupción por uso de la infraestructura de la empresa para disfrute o beneficio personal, algo benigno y perfectamente tolerable. Pero poesía, cuya forma la delata, me refiero a la distribución de las palabras en el papel. Nada más sospechoso, por enigmático. Tiene que haber un motivo oculto. Qué clase de perversión, qué trastorno inexplicable alguien que utiliza infraestructuras ajenas para algo tan superfluo. La poesía levanta sospechas, para qué engañarnos. ¿De qué? De hombría, supongo. De escasa inteligencia pragmática. De tisis.

El caso es que los horazerianos, con Pimentel a la cabeza, se abrieron camino en una América Latina plagada de grandes bardos nacionales como Neruda, Octavio Paz, antes Rubén Darío. Había que matar al padre de alguna forma. Y en todo eso apareció Ave Soul y después Tromba de Agosto, también de Pimentel y que es obviamente tan difícil de encontrar o más, si cabe, que el primero. Por los pocos poemas dispersos que he encontrado por ahí parece buena mierda. Félix Grande le escribió a Pimentel al leerlo:
“¡Qué salto enorme! ¿Qué te ha pasado, muchacho? ¿La pobreza, la patria errante, la carne infinita de mujer, el odio del mundo como una niebla nauseabunda, la muerte de tu padre, el miedo? Otros, con todo eso se vuelven cínicos y viles. ¡Y tú compones AVE SOUL!. Los infrarrealistas decidieron unirse a Hora Zero, tras recibir las respuestas de un cuestionario de 10 páginas que se encargó de responder el mismo Jorge Pimentel. El día de su recepción Bolaño le respondió: "Ok. Jorge - Hora Zero ya puede contar con tres integrantes más. Bruno Montané, Mario Santiago y yo". Esta tarde daré con Bruno un recital en Barcelona, Nos presentaremos como horazerianos y leeremos cosas de todos los jóvenes poetas latinoamericanos cuyos murmullos dejen ver aunque sea un dedito de lo que será la nueva sensibilidad". Y así la historia. Los hijitos de Nicanor Parra, echados a perder en la periferia de las metrópolis latianoamericanas, en el trago de la inmigración de la pobreza europea, aplastándose el hígado con entusiasmo, emprendieron el camino de vivir la poesía. Bailar en el delirio, que diría Mario Santiago y perseguir esa poesía que es ante todo un gesto. Rimbaud en polvos azules, mezcal Los Suicidas y habitaciones cochambrosas:
VIDAS DE LOS POETAS

En la poesía no hay final feliz.
Los poetas acaban
viviendo su locura.
Y son descuartizados como reses
(sucedió con Darío).
O bien los apedrean y terminan
arrójándose al mar o con cristales
de cianuro en la boca.
O muertos de alcoholismo, drogadicción, miseria.
O lo que es peor: poetas oficiales,
amargos pobladores de un sarcófago
llamado Obras Completas.

José Emilio Pacheco

Una idea: una comunidad de compra-venta de poemarios de segunda mano, por internet por supuesto. Ya está bien de depender de las exiguas estanterías dedicadas a la poesía en las librerías, de los lamentables repertorios de las tiendas virtuales. Uno se siente como una especie de pervertido, siempre en el último rincón de las librerías, doblado sobre sí mismo, perdiendo la espalda al buscar por la W (por ejemplo William Carlos Williams). En internet en los objetos raros de ebay. ¿Es qué acaso no hay suficientes lectores de poesía en castellano para que existan librerías virtuales en condiciones? Una librería física supongo que ya sería una utopía.
La última que me viene a la cabeza es contrabandistas, traficantes de poesía. Traficantes que apenas sacan para comer con su actividad. Traficantes románticos que me traen, de madrugada en el puerto de Barcelona, ejemplares de Ave Soul y Tromba de Agosto de Jorge Pimentel y pedazos de las aceras de Lima.

1 comentario:

  1. Te paso el link por si no lo habías visto:

    http://www.lacentral.com/web/book/?id=9788461359219

    Salud!

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