lunes, 7 de marzo de 2011

Kafka

Franz Kafka pidió en su lecho de muerte que quemaran todos sus manuscritos.
Algo asombroso,
en este oficio plagado de adictos a la posteridad.
Obviamente no le hicieron caso,
pero es un gesto insólito
- incluso insólitamente bello –
en este supermercado de ínfulas,
en este bazar del superyó
(se venden hasta las estanterías),
donde la poesía es tan escasa
como innecesaria.
¿A quién coño le importa la literatura?

No hay comentarios:

Publicar un comentario